El llanto de un niño se ha escuchado
al tiempo que caían mil bombas
sobre las luces que iluminaban el empedrado.
Un cuerpo yace mirando al cielo
y junto a él pasan sin verlo
espíritus que gritan deseo.
Una ráfaga de disparos y un rojo encharcado,
una flor que mama sangre,
un silbido que canta borracho,
un vuelo, que fue el último.
Bajo el calor lluvioso se empapan
los hombres que lucharon por nada,
y sus cuerpos hartos de matar
hoy prefieren ya morir.
A través del horizonte se mueven
las cruces de un cementerio improvisado,
y sobre sus tumbas de piedra ceniza
se leen los nombres de un viento anónimo.
Una ráfaga de disparos y un rojo encharcado,
una flor que mama sangre,
un silbido que canta borracho,
un vuelo, que no será el primero.
Iñaki Navarlaz Rodríguez
Imagen de olafpictures (Pixabay) – editada
Matar, Morir. ¿y vivir? Desgraciadamente, ese vuelo no será ni el primero ni el último y seguirá pasando. Muy bueno Iñaki. Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Álvaro. Un abrazo
Me gustaLe gusta a 1 persona
Las modas vienen y van pero las guerras siempre están.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muy bueno, muy real, una bofetada al ensimismamiento causado por «eso no pasaría aquí». Me quedo con este verso: «los hombres que lucharon por nada,»; así es, matar por matar y morir por nada. 😦
¡Buen día!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias Luna
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jamás ha merecido la pena morir y menos por nada.
Me gustaLe gusta a 1 persona