Habíamos muerto tantas veces
que no cabíamos en el cementerio,
nuestros pasos se perdían en tormentas imposibles,
el corazón repartía su hambre en el infinito.
De nuestras manos se caían
los pecados y las mentiras.
Fuimos lo que somos.
Casi nada.
Habíamos vivido tantas veces
que no teníamos cementerio,
nuestros caminos se deshacían en horizontes imposibles,
las tripas se comieron hasta el hambre del infierno.
Y nuestros pies que caminaban
descalzos y heridos,
marcaron en el barro
las huellas de los imbéciles.
Y así empezó todo.
iñaki navarlaz rodríguez
Nada será lo mismo
Corazones Idiotas
Muy, muy bueno, felicitaciones
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Muchas gracias
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