Nos odiamos tanto,
que las primaveras están asustadas,
abandonadas, viven en democráticas cárceles
asoladas con amor artificial.
Los caminos están rebosantes de bombas,
¡y de insultos!
las huellas que dejamos son la injusticia
que condena a todos por unos. ¡Prejuicios!
Y volverán las oscuras tormentas
a dejar la lluvia ácida de los olvidos,
a tapar que una vez fuimos los odiados,
a ponernos en el lugar de los asesinos.
iñaki navarlaz rodríguez
Crónicas Idiotas
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