Nací demasiado pronto,
en el día de las mujeres calladas,
cuando los bautizos eran decreto y
los ataúdes las calles gobernaban.
Eran días de pantalón corto y nieve,
orilleres para tapar las palabras,
monjas en las escuelas,
todo en blanco y negro, inexistente.
Llovía en otoño y nevaba en invierno,
paperas y rubeolas,
templaba la primavera, ardía el verano,
y los domingos; misa y merienda.
Nací demasiado pronto,
en el día de las mujeres guerreras,
y al morir el demonio
se hizo la primavera.
iñaki navarlaz rodríguez
Recuerdos de lo cotidiano
Imagen https://www.flickr.com/photos/zaragozaantigua/32927132966