A veces las calles arden
porque las palabras echaron gasolina,
se escondieron detrás de las tripas
enseñando sólo su saliva.
Escupidas.
A veces las manos son tijeras
que tejen los vestidos de la injusticia,
la que al final desnuda sus venganzas
enseñando sólo sus prisiones.
Enjauladas.
A veces los intereses nos pierden
porque el odio los alimenta,
se llena el corazón de carnes y sangre,
terminando solas.
Engañadas.
iñaki navarlaz rodríguez
Recuerdos de lo cotidiano
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