Se enredan las palabras en los rosales
que jalonan el camino a todas partes,
y no saben que al juntarse dentro de las huellas
hacen que florezcan en invierno mil primaveras.
¡No calles nunca la voz del pensamiento!
¡No apartes el lápiz de las hojas del otoño!
¡Deja que caigan para jugar con ellas a poetas!
¡No tengas miedo de decir lo que las palabras cuentan!
Y al final, donde los horizontes se confunden,
quedan gravadas en los ojos y las bocas.
Para que crezcan los bosques y los ríos
como alimento de los sentidos y la vida.
iñaki navarlaz rodríguez
Cajón desastre
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