Siempre te esfumas cuando mis tripas
se revuelven hacia el corazón,
que encarcelado en sus recuerdos
ya sólo vomita miedos y dudas.
Muchas.
Allí,
recordamos los charcos y sus reflejos
en las noches por las que caían
las estrellas como cascadas de lágrimas,
abandonadas en la suerte de las entrañas.
Y ya sin ráfagas de caricias
nos encerramos en las sombras
que nos despiertan los juegos perdidos,
aquellos besos hechos trizas,
como desprendidos de las miradas que no acechan.
iñaki navarlaz rodríguez
Desencuentros