Hay lágrimas en ese café,
también caricias a un padre que se apaga,
palabras que sobrevuelan los murmullos,
hay mil historias que desconozco.
También suenan las sonrisas rotundas,
un vino con lectura y txapela,
el portátil que trabaja horas de más
en ese café que nos protege de la tormenta.
Hay lágrimas en ese café,
y risas, y caminos por andar,
un chico con capucha que no quiere mirar
que fuera se bailan las rosas de la juventud.
También suena la vida, y la tristeza,
los pensamientos que se cruzan con las miradas,
las manos que tiemblan al beber
en ese café donde todo pasa y nada ocurre.
iñaki navarlaz rodríguez
Recuerdos de lo cotidiano