El viento empieza a formar
huracanes a favor,
horizontes cada vez más cercanos,
deseados,
que veloces abren sus caricias
al tiempo de los cuerpos que se tocan.
La vida a veces fluye
en direcciones contrapuestas
que en encontrarse se retuercen
en lechos de carne y mariposas,
y allí, en el segundo que duran
los besos azucarados,
nuestras pupilas se rozan
balanceadas en el baile
de las miradas entrelazadas.
iñaki navarlaz rodríguez
Desencuentros