Las palabras nos golpean con furia
cuando todavía no han sido desatrapadas,
cuando han estado escondidas en la oscuridad de las entrañas,
y así brotan como un maremoto que lo arrasa todo.
Esas mismas palabras, otras veces,
encuentran el calor y lucen en suaves
movimientos de viento y caderas,
nos dejan sin aliento con los ojos enlagrimados.
Otras, las más, vuelan despacio,
como perdidas entre huracanes y charcos,
sin importancia,
bogantes entre las bocas y el sinsentido,
rotas,
construidas,
murmurando cómo pasan los días.
Vacías.
iñaki navarlaz rodríguez
Desencuentros
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