Donde el viento susurra entre árboles hace años cayeron mil cuerpos inocentes. Allí, donde los campos verdes gobiernan la mirada, fueron a morir sin saberlo. La calle se llenaba de una fiesta tensa, mezcla de alegría y de rabia, y terminó siendo el encierro más sangriento que su corazón recuerde. El cemento era más negro, el aire más denso, el fuego más alto, y no se supo ver la escuálida sombra de la muerte.
Allí, donde el viento susurra inocencia, donde las montañas cuentan historias, comenzó una guerra absurda, entre el odio y la envidia; como todas.
Y ayer, aún continuaba sembrando el miedo, que no dejaba escuchar al viento golpear la hierba, ni el corretear de los niños por las calles, ni siquiera ver un beso escondido cuando caía la tarde.
Hoy, que parecía haber terminado la pesadilla, un sueño que escondía bajo su almohada un arma, una lucha entre dos hermanos por la nada, la realidad nos vuelve a golpear en el mismo lugar.
Donde los domingos había entierros hoy hubo una boda, donde el fuego ardía en los rincones hoy cae una lluvia tímida; pero parece que alguien no lo desea y quiere otro «Domingo Sangriento»; mientras, el resto aprovechan para quererse alrededor de las tumbas que tuvieron que ocupar.
iñaki navarlaz rodríguez
Pequeños relatos extraños
*Imagen de geralt