Amigo.
Hoy tal vez ya no existas.
Llevo tiempo mirándote y ya no te veo,
quizá te perdí en la infancia,
cuando la inocencia era tesoro,
cuando la vida era juego y verbena,
y ahora éstas que ya no aparecen,
no sé dónde encontrarte.
Cada día que pasa presiento que la soledad es mi única cómplice,
algunas veces aparco mis pensamientos y trato de retroceder hasta ti,
pero no te recuerdo, pero no veo tu cara… Tampoco tus manos.
Y demasiado tarde, logro divisar una sombra que se esconde,
demasiado lejana, que huye de mí como el fuego del agua;
como si tú, amigo, quisieras olvidarme.
iñaki navarlaz rodríguez
Puertas de metal
*Imagen de Free-Photos