Dos besos llenaron la existencia.
El primero fue de la vida;
una acuarela haciendo cuadros desnudos al aire
que con sus trazos de rojo endulzado con miel
dejaron un verano sin espejos para siempre
ante las miradas en fuga y los alientos mezclados,
una maleta que se llenó con recuerdos de amor y espantapájaros.
El otro, el último, fue de la muerte;
una barca de rumbo distraído y sin mar
con mil desiertos de sombras y dunas inalcanzables,
un claroscuro de fe quebrantada, en protesta,
con ese viento sembrando raíces sin árbol,
un espejismo lleno de palabras imposibles, como mudas,
con el último adiós para viajar al lugar dónde no quiero estar.
Dos besos llenaron la existencia,
uno; me lo dí yo,
el otro; no tengo recuerdo.
iñaki navarlaz rodríguez
El pasajero de la incertidumbre
*Imagen de TinaKe