A veces, ni siquiera el miedo es nuestro,
nos cae de todas las maneras aplastándonos
como a cucarachas en huida a ninguna parte,
haciendo que la vida se pare cuando besan las bombas.
Esos besos pasan y dejan olvidos en la tierra ensangrentada,
lugares que ya no tendrán nada más que sombras alargadas,
lágrimas que secas cayeron sobre las piedras
levantando estatuas para la tierra y sus tumbas.
Es tiempo a descontar el que el miedo nos regala,
suyo,
no nuestro,
huracán que pasa despacio desarbolando nuestros sueños.
iñaki navarlaz rodríguez
Cajón desastre
*Imagen de TheDigitalArtist