A veces murmuro al amor cosillas
para hacer cuando el día apaga sus luces,
y en la íntima arruga de las sábanas
nuestros cuerpos casi desnudos, a pecho descubierto,
empiezan a rozarse con las ganas y el impulso
del que no piensa, del que siente la amalgama
de colores que el horizonte nos ofrece.
A veces, cuando empieza el día a asomarse
a las ventanas de mis horas,
después de haber deshecho las arrugas
de las sábanas y la carne,
agarro mi pecho para que no se escape,
para que se quede a deleitarse despacio,
a saborearte en cada rincón del tiempo.
iñaki navarlaz rodríguez
Cajón desastre