Me fui por las dudas de mi razón,
porque quería responderme,
sorprender a mi corazón besando
el pecho de otro corazón,
conocer, si cuando mis ojos tiemblan la mirada
es que me estoy yendo a morir, o a vivir,
maldición de mi cansada existencia.
Y no encontré palabras ni mensajes,
sólo silencio, muchas noches entre sábanas frías,
días aferrado a botellas que se vaciaban;
hasta que hablé con el pecho y contestó,
me besó en los labios y mojó todo mi cuerpo,
dejó caer sus manos en mi muerte, en mi vida,
y se quedó con ellas.
iñaki navarlaz rodríguez
Corazones idiotas