En esas calles de adoquín y charco
de fiesta nocturna entre miradas y agarradas,
a veces tocaba correr entre las sombras
de molotov y las porras del que nos guardaba.
A veces la Pamplona jaleada se hacía la ciega,
e inmóvil dejaba pasar los inviernos a la espera
de las vísperas y sus cantos de campana,
como si su sanfermín fuera respuesta verdadera.
La vieja Iruñea se levantaba con la mirada alta,
como si el mundo alrededor suyo girara,
con las palabras que mudas se agitaban en protestas
y pancartas hechas con manos maniatadas.
A veces, en estas calles de loseta y flores,
se puede escuchar la música que brota de las esquinas
como queriéndonos llevar en fiesta y grito,
persiguiendo a la carrera a quién nos aniquila.
Iñaki Navarlaz Rodríguez
«Recuerdos de lo cotidiano»
Fotografía de Jorge Nagore
en la web http://www.arovite.com