Me tatué los ojos con lagartos azules
para no tener que leer más palabras.
Cogí los cromos y pinté los dados,
la sangre me subió y dio la vuelta,
el mar hundido en el cielo esperando
a alguien que se sentó junto al infierno,
y se hizo de noche,
y los animales flotaron en mis sueños.
Me tatué las uñas con pistolas blancas
para no tener que pedir perdón nunca más.
Vacié los besos de sabor,
vertí las caricias lejos de las manos,
volé con el tiempo al infinito
que me esperaba escondido en el olvido,
y dejé de respirar el viento.
Entonces, sólo entonces,
me tatué los labios con otros labios,
deshice el silencio en palabras,
luego en frases,
y me dejé llevar por ti al calor de tu pecho.
Iñaki Navarlaz Rodríguez (Corazones idiotas)
Imagen de Stock Snap – editada
Reblogueó esto en Gocho Versolari, Obra Poética.
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Me parece un gran poema.
Desde hoy seguiré tu blog. ¡Buen día!
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Muchas gracias Isabel. Saludos
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Felicidades Iñaki. Un poema lleno de fuerza, de simbolismo y, como no, de belleza
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Muchas gracias.
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MUY BUENO
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Guao que poema tan hermoso, me ha llego al corazón esas bellas palabras. Me encanta leer poemas para relajar mi mente de tanto estrés. Saludos
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Muchas gracias, saludos.
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