Me odian por no saber amar
y por tomar el camino equivocado.
Y sufro.
Un grito de espanto recogido
cruza el aire en busca de mi corazón,
que en soledad,
resbala entre las nubes del infierno,
y me odian…
Me odian por no amarla
y por ser un hombre extraño.
Y lloro.
Una palabra pequeña que diga
eternidad,
un sueño perenne sin despertador,
y me odian…
Me odian porque me odian
y porque soy estupidez ingrata.
Y muero.
Un alma grande ocupando
el vacío,
una hoja del otoño en mi pecho,
y me odio.
Iñaki Navarlaz Rodríguez
Imagen de 2780243 (Pixabay)