Hoy he matado a un hombre madre.
Y siento que tu carne se pudra así,
que la flor que tu plantaste sea alimaña
y vicio asesino de arrebato inconsciente.
Y hoy maté porque se lo merecían.
Vi viajar entre el orgullo una mirada extraña,
un camino empedrado de agujas ardiendo
que saltaban al encuentro de mi espíritu condenado,
y no pude frenar ese impulso consciente.
Y hoy maté porque quise.
Hoy he matado a un hombre madre.
Siento ser un hijo drogado por el cemento,
vaso medio vacío de licor amor
y flor de capullo envenenado.
Y hoy maté por puro placer.
Vi viajar entre el aire un sudor frío,
sentí enloquecer mi mente perversa,
luché por un hueco en ese sillón de plástico
y volé como un ciego a través del miedo.
E hice lo que todos quieren hacer…
Iñaki Navarlaz Rodríguez
Imagen de DasWortgewand (fuente Pixabay)
Poema muy bien logrado, Iñaki, con un contenido durísimo. Siempre es un gusto leerte, trovador. Te dejo un fuerte y grande abrazo.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Muchas gracias Ernesto
Me gustaLe gusta a 1 persona