Paseo mi inocencia ante la vista del demonio
y arruino mis ideas mudas
sin penetrar en el nido del hombre,
viajando del escepticismo al odio,
creyendo en ese sueño mentiroso.
Y pensé que lo tenía todo
y no era más que otro con las manos vacías.
Desengañado ingreso en la locura
sintiendo que el humo es el descanso,
la gloria vestida de negro.
Y veo pasear ante mí la inocencia verdadera
invisible como el paraíso verde,
como la nieve oculta,
soñando ver un barco caminar
trato de encontrar un musgo mágico,
una idea nueva y absurda que nazca del fango
sin ser consciente de mi mirada y vivir,
ciego para siempre,
y no ver, y ser así olvidado…
Iñaki Navarlaz Rodríguez
Imagen de infographics (fuente Pixabay)