La luz de aquellos poemas bacos
ha vuelto a enseñarme la razón de mi soledad,
el estúpido camino que me zarandea
hacia un horizonte malditamente perverso.
Aún recuerdo cuando ante mis ojos se escribían
versos tan inexplicables para ellos
que ese halo misterioso que los rodeaba
se ha perdido con mi espíritu…
Y ya sólo veo, cuando el vino
me retrocede a momentos de inocencia
mientras trato de perderme en brazos del engaño
y sueño porque no puedo dejar de existir.
Si esto no es morir quizá sea
el repentino suspiro del enamoramiento,
pero ante esta imposibilidad,
emborracho de vino la poesía de la vida.
Iñaki Navarlaz Rodríguez
Imagen de coxy1979 (fuente Pixabay)