El hombre del espacio ha olvidado el camino que le regresa
a casa,
y no sabe retroceder sus pasos porque ya no vive
en sí,
yace bajo un techo transparente lleno de sueños que no le dejan
despertar.
Mientras, el viento le susurra libertad y observa
la soledad
que rodea la acera que le vio
nacer.
No entiende que el aire se vuelva bruma,
que el arte no sea más que un vacío entre
la sombra y el espíritu.
Y al hombre del espacio le han soñado con un color
de blanco sobre sombra infinita,
con un camino que no tenía senda.
Iñaki Navarlaz Rodríguez
Imagen de Photoshop_Addict (fuente Pixabay)