Entre las sábanas nacía un nuevo sentimiento,
una locura envuelta en verdad de dos cuerpos que se saboreaban
en silencio y unas manos que acariciaban el deseo
entre murmullos de palabras incomprensibles
al aire que se llenaba de olor a mar.
Llamaba a los amantes a besarse,
a descubrir un mundo diferente y sensible a la lluvia en el desierto…
Y ellos se notaban con sus dedos,
con cada parte de su piel gozaban,
e imaginaban robar los segundos al tiempo,
para esconderse bajo el manto del otro
y sentir cómo sus pechos rozaban sus labios,
cómo iban resbalando lentamente
hacia el lugar donde la memoria olvida
y el sueño se duerme.
Allí, en ese rincón solitario de seda roja
el viento abandonaba su fuerza,
los besos se hacían lentos y el espacio desaparecía
en la soledad de unos ojos que ya no miraban,
sólo se sentía un escalofrío recorrer cada músculo,
cada movimiento de la piel,
y veías huir el espíritu al mundo, y sentías morir,
alcanzar un estado de borrachera misteriosa…
Y sólo, por un beso diferente.
Iñaki Navarlaz Rodríguez
Imagen de bubulina65 (fuente Pixabay)
Precioso!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias Claudia.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias Claudia
Me gustaLe gusta a 1 persona
EXCELENTE.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias
Me gustaMe gusta
Muy bueno, es como el beso de la furcia, que pone valor a su amor
Me gustaMe gusta
Tremendo!!!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona