Dejé de pensar en el tiempo que fue y escondí mi espíritu de su tacto,
para buscar allí una aventura extraña y en este movimiento pendulante
no termino de entender mi desasosiego, mi ira contra mí mismo.
Y me ahogo despacio sin querer respirar, sin olvidar jamás su significado,
la sangre que tomó un nuevo color, el del beso que le dí en medio del oscuro…
Hoy soy muñeco de la tristeza y cadena de preso ligera,
viento viajando a través de la niebla, quiero y no sé que querer,
busco libertad y me atrapo en mi descontrol,
vuelo como un pájaro sin alas, como el polvo en el espacio,
y sólo soy un maldito enfermo, un brujo de magia negra,
un espíritu mudo al galope y engaño de una verdad soñada,
palabra de destrucción, y sólo soy…
Yo conmigo soñando, flor de color invisible y aire embobado,
luz cegadora indiferente y mar sin olas,
sueño de un mundo imposible, calor helado,
animal deseado impertinente y beso de sabor envenenado…
Iñaki Navarlaz Rodríguez
Imagen de qimono (fuente Pixabay)
Realmente un poema delicioso, lleno de nostalgia y cierto dolor, pero hasta en ellos puede uno obtener belleza. Grande abrazo, Iñaki, que rica lectura.
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Muchas gracias Ernesto
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