Mientras pasa el viento y la naturaleza se inventa,
un leve silbido recorre el tiempo
enseñándonos lo que no aprendimos,
lo que no hemos sabido apreciar.
Y después de abandonar nuestra imaginación
sólo nos queda continuar y no volver la mirada,
y seguir luchando con nosotros sin saber soñar,
sin querer amar, sin ver que el hombre se muere.
Y despertar nunca de esta pesadilla,
y olvidar,
y no querer recordar,
para morir silenciosamente perturbados…
Iñaki Navarlaz Rodríguez
Imagen de omourya (fuente Pixabay)