Me duelen las venas y el corazón,
las palabras y la sonrisa,
me duelen las pupilas y el cerebro.
Alguna vez me acuerdo de la luna
cuando tumbado entre una maraña de sombras
fumaba yerbas de aires que traía el viento,
otras, apenas sé pronunciar mi nombre
porque no me atrevo,
y huyo, renuncio y bebo,
y hasta la sangre me duele cuando beso.
Si tomo una espada me corto
las manos,
si levanto la mirada el sol me quema
los ojos,
si vuelvo la cabeza pierdo
la vida
y no la encuentro…
Iñaki Navarlaz Rodríguez
Imagen de andreas160578 (fuente Pixabay)