En un café cerca del mar
compré un billete al paraíso
para un hombre que llevaba en el alma
un pozo, y en la mano una pistola.
Cuando hablaba no decía palabras,
sólo contaba las piedras que había pisado
desde que olvidó el desierto y pintó el sol
con las balas que usó dios.
En una playa cerca de un café
vendí el barco y el destino
a una mujer que trepaba las olas
buscando el desierto y sus piedras,
para morir mirando un cuadro
en el que alguien pintó el sol.
Iñaki Navarlaz Rodríguez
1990 – 2017
Oigo disparos en el desierto, Iñaki, y me deslubran tanto como un sol recién pintado. Me ha gustado mucho. Un saludo.
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Muchas gracias Eladio. Saludos
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