Escrito por Maribel Hernández, 21 octubre, 2016
De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Marga Gil, Rosa Chacel, Josefina de la Torre, Ernestina de Campourcín, María Zambrano, Concha Méndez, María Teresa León y Maruja Mallo / lassinsombrero.com
…Ellas, pintoras, poetas, novelistas, actrices, filósofas, escultoras… fueron mujeres transgresoras, pioneras. La generación de Las Sinsombrero, las mujeres que decidieron quitarse en público esa prenda de la cabeza, obligado símbolo de distinción. Había que salir a la calle con guantes y sombrero porque eran mujeres decentes.
A Maruja Mallo, Margarita Manso, Salvador Dalí y Lorca, en plena Puerta del Sol, les dijeron de todo, los apedrearon cuando se quitaron el sombrero, rememora Ferris. “Concha Méndez, Margarita Manso y Maruja Mallo llevaron la transgresión social y artística hasta sus últimas consecuencias”, recalca. Entraron en cafés y tabernas restringidos a las mujeres, practicaron el nudismo y el deporte o se travistieron para poder acceder a lugares sagrados como el monasterio de Silos, cuya visita estaba prohibida entonces a las mujeres. El monasterio de Silos, ese del ciprés al que Gerardo Diego le escribió un poema que tuve que memorizar en Secundaria. El “chorro que a las estrellas casi alcanza” no podían verlo las mujeres.
Estas mujeres irrumpieron en el mundo masculinizado de la cultura y las artes. En un tiempo en el que prohombres de la patria, como Gregorio Marañón, pensaban que si es que tenían que trabajar, porque las mujeres están ante todo hechas para ser madres, y deben serlo por encima de todo, podían ser maestras o enfermeras pero no debían “nunca entrar en las profesiones políticas o jurídicas”. Otros fueron todavía más lejos. Ferris escoge también palabras de otros ilustres de la época como el médico Nóvoa Santos, quien pensaba que los casos de mujeres con inteligencia y talento eran un “error antinatural, algo monstruoso, poseedor de caracteres sexuales secundarios de tipo masculino”, mujeres que tendrían exceso de pelo. O el parecer de eruditos como Edmundo González Blanco, para el que “las mujeres excepcionales eran sencillamente hombres, dánse errores en la naturaleza y algunas veces los sexos están mal distribuidos”…
Original en www.eltaladro.es
Todavía, como hemos comprobado estos días, quedan hombres con opiniones así. Y encima, campan por sus respetos. Gracias por compartir y un saludo.
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Largo camino queda, y quizá sea un camino que nunca tenga fin porque siempre habrá hombres imbéciles. Una lucha sin fin pero que merece la pena.
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