Me puse a dormir la noche que perdí yendo a ningún lugar,
vi pasar al miedo sonriendo con el mundo en sus manos,
alguien que pudo ser asesino, tocaba un canción de Lennon
cuando todo se hundió entre las sábanas
que antes el diablo había tragado.
También me puse a leer las nubes que alguien
había olvidado allí,
reí cuando noté el acero en mi sien
y no pude recordar que tropezaba
con las cadenas que sujetaban mis pies.
Una calada y lloré,
lloré cuando escuché el gatillo.
Y me puse a cantar borracho que las sombras
no son todas negras,
vi pasear por el cajón
la soledad que leía las huellas del horizonte
mientras alguien hacía de ángel
pero no existía.
También acabé con el vino y la heroína,
acabé con el aire que no se me metía,
volví los ojos para mirar por dentro,
se me fue la vida y me puse a disparar…
Iñaki Navarlaz Rodríguez
1993 – 2017