Mi muralla se desmorona como el polvo ante la mirada,
los surcos de esta soledad que envenena
apetecen rematar mi penúltimo suspiro;
y esa tristeza atardece mientras escucho cantar
a la risa del mundo.
La luz ha iluminado toda mi sombra
y ha mostrado mi alma desnuda,
un barco que no encontró agua para hundirse;
en el instante en que mis ojos
se perdieron en el vértice del miedo
para no volver a sentir el aliento del vino.
Y esta noche sentí que mi risa reía,
que los colores no tenían nombre,
que volaba sobre el límite de la irrealidad;
y lloré porque reía cuando pasaba el viento
entre mis manos recogidas…
Y soñaré que río mientras muero.
Iñaki Navarlaz Rodríguez (La verdad muerta)
Imagen de Ryan McGuire – editada
Profunda ironía del destino, o..
pero Genial!! Sigo pensando a que poema poner voz, no se si lo recuerdas, que te pedí hace tiempo.
Hay alguno que prefieras?
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Gracias Marijose. Dame un par de días y te digo. Un abrazo
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Vale!! no hay prisa, hay mucho todavía que hacer con el libro solidario y las demas cosas de la vida.
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Un gran poema Iñaki.
Saludos
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Muchas gracias Anabel. Saludos
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