Voy paseando lentamente mientras presiento que la vida es una mentira,
y siento como las palabras de ayer
dejan un mundo de falsa alegría.
Vivo entre la ignorancia gentil, presuntamente sabia,
tratando de aprender lo que siempre ha sido enseñado,
pensando imaginar un nuevo color,
sin saber que ya ha sido dibujado.
Algunas veces recorro la oscuridad pero no encuentro lo que busco,
una palabra verdadera,
y sigo el camino marcado por esta vaga sociedad,
deambulando de la noche al día
sin poder separar del odio el amor,
cargando con el peso de lo incierto,
viviendo la vida de otro y desapareciendo por no morir matado.
Otras veces recuerdo la fantasía,
descubro una risa inocente,
pero prontamente termina donde descansa la mía,
en un suburbio de la mentira,
engañada por algún payaso borracho,
transmitiendo la no verdad,
ahogándose bajo la aguas del barro,
sin hacerme sentir la palabra de los vientos,
no sabiendo si vivir o morir, y quizás dejarlo para más tarde.
Presiento que la vida es una mentira y no puedo
condenarla…
Veo las murallas de la falsedad y no puedo
derrumbarlas…
Sigo el camino lento de mi ilusión y no quiero
terminarlo…
Iñaki Navarlaz Rodríguez
Imagen de Activ-Michoko (fuente Pixabay)
El hombre arrastra sin evolución, lo que el homo utilizo para subsistir, este debía embaucar la natura, solo por subsistencia, hoy la utiliza por apariencia, avaricia y falsa grandeza. Buena prosa
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Gracias Daxiel, y toda la razón en tu comentario.
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